Ya no hay golondrinas
en mi ventana.
Ni revoloteos ruidosos
de batir de alas.
Sólo el arrullo de aquellas
que interesadas
buscan un refugio
en mi cornisa.
Añoro el vuelo nervioso
rápido y certero
de sus estelas bicolor.
Esa búsqueda, ese afán,
sin dar nada por perdido.
No, ya no hay golondrinas
en mi ventana.
Y mi amor, como los arrullos,
busca interesado,
otro corazón que lo cobije.
No hay comentarios:
Publicar un comentario