Su vida eran las palabras, las plasmaba en su vieja máquina
de escribir, reacio a adaptarse a las nuevas tecnologías.
Escribía con pasión, con ansia, con rabia…y la tinta negra
de la cinta ponía cada letra en su lugar.
Aquella mañana la máquina de escribir empezó a cambiar los
colores, tomando la esencia del escritor, unas lineas marrones como su pelo, otras azules como sus ojos, blanquecinas como
su piel, rojas como su sangre , verdes como su esperanza ...y cuando ya no
quedó más que una sombra gris y difusa, y cuando ya no pudo extraer nada más de
ese recipiente vacío…la máquina, simplemente, enmudeció.